lunes, agosto 14, 2006

EL ALEPH

INTRODUCCIÓN

El poder de la escritura, radica en su capacidad de recrear un mundo o varios; de contar una historia o varias; de hacernos participes de emociones ajenas y de cuestionarnos nuestra realidad inmediata. De esta forma, los autores, principalmente de novela y cuento, (sin olvidar el poder periodístico de la palabra) nos han legado su personal concepción del mundo transmitido exclusivamente con letras y signos. Jorge Luis Borges es un caso insólito de la literatura universal. Su apuesta radica, por su genio y creatividad, en lecturas múltiples de una sola obra. Para Borges, todos los actos suceden al mismo tiempo y en el mismo lugar. Por ello, el autor se obsesiona con sus personajes principales: La otredad es decir el mundo que, sin darnos cuenta, cohabita con el nuestro, el tiempo, el espacio, las matemáticas, el pasado, presente y futuro, los laberintos, los enigmas, las citas culteranas al lado de las apócrifas, la religión y la ciencia, los sueños, y los juegos mentales conforman la compleja lectura de Borges. Sus constantes siempre serán las mismas. Estos son los ingredientes de los diecisiete cuentos que conforman El Aleph, libro que desde su aparición en 1949 ha desatado numerosos estudios en todas partes del mundo.

En El Aleph, el autor puede comenzar a narrar una historia y terminar en otra, se cita cual personaje testigo de sus cuentos, nos habla de bibliotecas salidas de su imaginación y rompe completamente con la tradición narrativa contemporánea. Su lectura es un doble reto: a las neuronas y a la imaginación. Las siguientes, son interpretaciones y acercamientos a estos 17 cuentos en busca del argumento de esa vorágine inquieta y culta.

RESUMEN

El Inmortal

El testimonio de un hombre que habla de un río que “purifica de la muerte” y la existencia de una ciudad habitada por inmortales, es el detonante para que alguien más, se decida a encontrarla. En Roma se le advierte: “Dilatar la vida de los hombres era dilatar su agonía y multiplicar el número de sus muertes”. Al hombre, le son proporcionados doscientos soldados, recluta a varios mercenarios y se lanza a su empresa. Durante el camino, aparece la desesperación y los motines. El hombre huye acompañado de unos cuentos fieles y, herido, duerme y sueña con un laberinto. Al desenredarse –no habla de despertar- de la pesadilla, el hombre encuentra la ciudad de los inmortales y a sus habitantes: Los trogloditas. Alentado por la sed, el hombre bebe de un agua oscura y cae en un sueño profundo no sin pronunciar, inexplicablemente, unas palabras en griego. Éste hombre, militar del imperio Romano, se recupera y dirige sus pasos a la ciudad de los inmortales. Los trogloditas, que no pronuncian palabras, lo dejan ir en paz. La ciudad de los inmortales, es descrita con cámaras y pasillos, arquitectura simétrica y sin fin. A su salida de la ciudad de los inmortales, el hombre intenta conversar con un troglodita a quien puso el nombre de Argos –nombre del perro de Ulises de La Odisea- Al troglodita le cuesta trabajo hablar griego, pero sabía quien era Argos a pesar de que hablaban de un relato contado cien mil años atrás. El hombre tiene que encontrar el agua que lo devolverá a su condición de mortal. Antes nos hablará de su numerosa experiencia. El cuento termina con una serie de citas que tildan a ésta historia de falsa pero el autor mantiene sus dudas.

El muerto

El relato nos cuenta la historia de Benjamín Otálora quien luego de darle muerte a un enemigo, parte en busca de Azevedo Bandeira. Esa noche, en un altercado, desvía una puñalada dirigida precisamente a Bandeira. Bandeira le propone a Otálora traer consigo una tropa. Éste acepta y parte con rumbo a Tacuarembó. Al año, Otálora se hace gaucho y aprende a manejar una hacienda. Se hace hombre de Bandeira y se sabe temido por ese hecho. Pronto, Otálora descubre que Bandeira se dedica al contrabando y desea ascender lo más pronto posible. Pasa otro año. Otálora atiende a un enfermo Bandeira, siente que sus ambiciones se verán pronto recompensadas. Otálora ambiciona el poder, el caballo y la mujer de Bandeira. Resuelve ganarse la amistad del capanga –guardaespaldas del patrón- y éste le promete ayudarlo en su planeado asenso. Otálora manda a la tropa y duerme con la mujer de Bandeira. En el último día en la vida de Benjamín Otálora se hace un descubrimiento. Muere a manos del capanga comprendiendo que desde un principio, su final había sido planeado.

Los teólogos

Un libro de una biblioteca de monjes se salva de un incendió. En él, se narra una enseñanza de Platón y que “todas las cosas recuperarán su estado anterior”. Un siglo después, se nos presentan a dos hombres: Juan de Panonia y Aureliano. Ambos sostienen diversas posturas con respecto a Dios y a las cosas. Además, se presenta a un grupo conocido como Los Histriones, quienes creen que todo hombre es en realidad dos hombres y que además, sus actos son directamente invertidos, es decir: mientras uno duerme, el otro está despierto, si uno es bueno el otro malo etc. Y así, estos teólogos se ocupan de los conceptos de Dios. Sin embargo, entre Juan de Panonia y Aureliano sucedía algo poco común, no sólo mantenían discrepancias sino que algo más allá de alguna manera los relacionaba. Juan de Panonia es acusado por el propio Aureliano de profesar corrientes herejes. Juan se defiende y mantiene sus ideas. Es acusado a morir en la hoguera. Aureliano presenció la ejecución y posteriormente, luego de profundas reflexiones sobre sus actos y los de su némesis, muere rodeado de un incendió. En el cielo, Dios recibe a Aureliano y a Juan de Panonia como a una sola persona.

Historia del guerrero y de la cautiva

Dos historias alejadas por el tiempo se cruzan. El guerrero Droctulft y una inglesa amiga de la abuela del autor. Droctulft se rebeló contra los suyos y se prestó a defender Roma. Su acto, más que de traición fue de un converso. Borges lee la historia de Droctulft y de inmediato el recuerdo de un relato de su abuela lo asalta. La abuela de Borges, inglesa exiliada, encuentra a otra paisana y ambas platican. El abuelo muere poco después y posteriormente, la abuela encuentra a su paisana bebiendo la sangre de una oveja degollada. Borges junta esos dos destinos. La del bárbaro que se presta a defender lo atacado y de la inglesa alejada de su país en un lugar extraño. La relación va más allá de lo terrenal.

Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874)

Tadeo Isidoro Cruz, hijo de Isidora y de un hombre asesinado posteriormente con el cráneo partido. El gaucho Tadeo, cierta noche da muerte a un borracho. La policía lo sigue. Tadeo pelea a muerte y es atrapado y enlistado como soldado raso. Participó de muchas batallas y fue herido varias veces. Después lo encontramos casado y con un hijo. Luego, es nombrado sargento de la policía rural en el lugar mismo de su origen. El destino de Tadeo se acerca a él. Para Borges, el destino consta “de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es”. En 1870, Tadeo recibe la orden de atrapar a un asesino de dos víctimas. El hombre se defiende valientemente. Tadeo siente la impresión de que ese momento lo ha vivido con anterioridad. Tadeo desertó entonces del ejercito para unirse al rebelde Martín Fierro (Héroe nacional de Argentina)

Emma Zunz

El relato comienza cuando Emma Zunz, trabajadora en una fábrica textil, recibe una carta que notifica el suicidio de su padre. Emma recuerda entonces la confesión de que Aarón Loewenthal, antes gerente ahora dueño de la fábrica, es el ladrón. Lo anterior se lo afirmó su padre la última noche que se vieron. Emma medita un plan que piensa llevar a cabo. Llama a Loewenthal y le dice poseer información sobre la huelga que se gesta en su fábrica. Llegado el día, escoge a un hombre y se entrega a él. Piensa en su madre, en su padre, y en la humillación de la que alguna vez fue objeto. Una venganza metafísica esconde su acto. Emma camina para encontrarse con Loewenthal con la intención de matarlo, hecho que en efecto sucede, salvo que Emma no pudo decir el discurso que tenía preparado. Loewenthal murió sin saber su causa. Emma llama por teléfono y acusa a Loewenthal de haberla citado y al querer abusar de ella lo había matado. La historia increíble es creída pues todo lo relatado por Emma Zunz era cierto salvo las circunstancias “y uno o dos nombres propios”.

La casa de Asterión

El Asterión, acusado de soberbia y misantropía, vive en su hogar infinito. Reflexiona permanentemente pues nada más tiene que hacer salvo recibir cada nueve años a nueve hombres para que sean librados del mal. El Asterión espera a su redentor que quizá lo lleve a otra casa menos intrincada y con un fin. El laberinto del Asterión lo ha acompañado durante toda su existencia. Es todo lo que conoce.

El relato termina cuando Teseo da aviso de haber matado al Minotauro de Creta –nuestro Asterión-.

La otra muerte

Un narrador –desde luego el propio Borges- nos cuenta que recibió una carta dónde le notificaban, al final, de la muerte de don Pedro Damián. El narrador recordó haberlo visto en 1942 y su imagen... fantasmal... Pedro Damián era un veterano militar que había peleado en muchas batallas. Posteriormente, el narrador acudió con el coronel Tabares quien recuerda a un Pedro Damián que murió cobardemente en la batalla de Masoller. El narrador nos confiesa su intención de escribir un relato fantástico sobre el sitio de Masoller. Acude de nuevo a casa del coronel Tabares y encuentra a otro veterano militar que recuerda a un Pedro Damián que murió valientemente en la batalla de Entre Ríos. Tabares ya no recuerda al cobarde Pedro Damián. El asunto se complica cuando el narrador reencuentra a su amigo de la carta del principio, quien tampoco se acuerda de Pedro Damián. Dios es otro personaje más en este complicado cuento y concedió al cobarde redimirse en otra batalla. Al final el narrador duda de los recuerdos propios y ajenos e incluso de la existencia del mismo Pedro Damián.

Deutsches Requiem

Últimas reflexiones de un criminal nazi quien espera la hora de su ejecución. Lo notorio es su extrema inteligencia, amante de la música de Brahms, lector de Shakespeare, Nietzsche y Splenger. Su discurso, es su postura ante la vida, en la hora de su muerte.

La busca de Averroes

Averroes, un escribiente de ascendencia árabe, trabaja en un texto de Aristóteles y se detiene ante la aparición de dos palabras de dudoso significado: tragedia y comedia. Nadie, en el ámbito del Islam sabían su sentido. Luego de una discusión con varios colegas sabios, Averroes descubre a la comedía y a la tragedia en el Corán. Luego desaparece con su biblioteca. Al final, el autor explica su intención y relación con su propio personaje que bien pudo haber sido él mismo.

EL Zahir

El Zahir es una palabra que representa una moneda. Una moneda que llega a manos de Borges y lo remite a la muerte de una mujer de la cual estuvo enamorado: Teodelina Villar. El descubrimiento del narrador de todos los significados del la palabra Zahir lo perturban al grado de deshacerse de la moneda pues se intuye que atrás de aquel objeto se encuentra Dios.

La escritura de Dios

En una cárcel yace Tzinacán, mago de la pirámide de Qaholom. Un muro lo separa de un jaguar. El mago sabe que Dios escribió en algún lugar la solución para curar los males terrenales. Tzinacán recuerda desde su cautiverio sus andanzas en busca de aquella inscripción. Tal vez el jaguar mismo lo sea. Una noche, Tzinacán sueña que la arena lo cubre y que se encuentra dentro de otro sueño que a su vez se encierra en otro. El mago despierta y tiene una mística experiencia mientras es torturado. Tzinacán sabe las catorce palabras escritas por Dios y sabe que al pronunciarlas será todo poderoso. Tzinacán no las pronuncia para que el misterio muera con él.

Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto

Dunraven narra a su amigo Unwin, la muerte del rey Abenjacán el Bojarí a manos de su primo Zaid. Las causas permanecen en el misterio. El rey vivía en un laberinto y un negro acompañado de un león eran los principales aunque improbables sospechosos. Unwin duda de la narración de Dunraven. Esa noche, los amigos pernoctan en el laberinto. Pasados los días y luego de varias conjeturas, Unwin cita a Dunraven y resuelve el caso. La necesidad de Zaid al matar al rey iba más allá de su desaparición; tenía que deshacerse del rey para tomar su lugar, aunque sea por un día.

Los dos reyes y los dos laberintos

Un rey de Babilonia manda a sus sabios proyectar un laberinto. Fue tan perfecto que nadie se atrevía a entrar. Los temerarios continúan perdidos. Cierto día, el rey recibe la visita del rey de Arabia y lo reta a entrar al laberinto. El rey de Arabia entra y por poco no haya la salida. Éste, le dice a su anfitrión que en su país existe un laberinto más complejo que con gusto le enseñará. Cuando regresó a sus tierras, juntó a su ejercito e invadió Babilonia. El rey es apresado y dejado por su homólogo en su laberinto: el desierto.

La espera

Un hombre llega a un lugar al cual no pertenece y toma una identidad que tampoco lo es. El señor Villari se mantiene al margen; no hace amistades, suele ir al cine y lee una sola sección del periódico. Procura no ser visto y de una simple discusión, se encierra cinco días por miedo a salir. Por las noches, soñaba que dos hombres y el verdadero Villari acudían a matarlo. En sus sueños se defendía con la pistola que mantenía guardada en la vigilia. Se calma y reconoce los síntomas del sueño. De modo que una noche, convencido de que dormía, se enfrentó a su sueño. La descarga de la pistola lo desmintió.

El hombre en el umbral

Disturbios suceden en una ciudad musulmana, por ello, las autoridades mandan a un hombre temido a poner orden, su nombre: David Alexander Glencairn. Pronto, la ciudad encontró paz. Tiempo después Glencairn desapareció. La posibilidad de un asesinato era palpable puesto que todos en la ciudad, parecían haber jurado guardar un secreto. Un juez es mandado a buscarlo y encuentra mentiras y versiones encontradas sobre el paradero de Glencairn. Un anciano narra que desde niño se busca al juez. Cuando terminó su narración, cientos de hombres y mujeres salieron de su casas pues festejaban que un hombre, acababa de dar muerte a Glencairn.

El Aleph

El narrador empieza por contar la muerte de Beatriz Viterbo y el profundo dolor que dejó en él y su familia. Cada año acudía a la casa de la extinta mujer para convivir con una agradable familia que bien lo recibía. Entre ellos, el primo de Beatriz, Carlos Argentino Daneri, quien comparte sus inquietudes literarias con el narrador. Pasado el tiempo, el narrador sospecha que Daneri pretende que él escriba el prólogo de su obra. Para ello tiene que acabar su poema en casa, junto a El Aleph. La primera definición que el narrador nos ofrece es: “uno de los puntos del espacio que contiene todos los puntos”. Daneri advierte que El Aleph es solamente suyo y que lo descubrió en su niñez. El narrador lo considera un loco y se muestra interesado en conocer a El Aleph. Daneri accede y lo lleva a su casa. Y ahí, mientras observaba uno de los tantos retratos de Beatriz, Borges le habla a su extinta amada. Daneri dicta unas precisas instrucciones para que Borges vea a El Aleph y éste, un tanto escéptico, las acata. Finalmente, Borges se encuentra con una esfera de dos o tres centímetros de diámetro donde todas las cosas suceden: Borges ha encontrado a El Aleph. Todo sucede al instante, todo el universo se refleja en El Aleph y El Aleph en todo el universo.

Seis meses después, la casa que ocultaba a El Aleph fue destruida. Danineri publico sus poemas y obtuvo incluso un premio nacional.

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